domingo, 21 de septiembre de 2014

Hace no demasiado tiempo, una persona a la que tendré siempre una admiración incondicional, me dijo (y creo que me lo pidió como un favor) que disfrutase de cada cosa que hiciese en la vida. Que el tiempo pasa y la vida no es una prueba para demostrar a los demás tus valores o habilidades. Que tienes que equivocarte mil veces para aprender. Que tienes que querer porque no se sabe a ciencia cierta si es la única vida que vas a compartir. Que no debes aferrarte a nadie porque al final cada persona toma el camino que mas le conviene. Que luche por lo que es mio y que lo guarde como si fuese la única vía de escape. Desde aquí digo a la persona que me dijo esto, que lo hago. A veces con mas ganas, a veces con menos. Pero siempre acabo haciéndolo. 

 Gracias a ti. 

Te echo de menos. 

miércoles, 28 de mayo de 2014

Bo, Jota. Hace como dos años te pedí lo único importante. El único favor que te pediría en toda mi vida (más que nada porque poco hemos compartido) y has cumplido solo dos años. ¿Sabes? No me lo creo. Aún estoy intentando asimilar que esto está pasando, o que no pasará. Aún espero su llamada de por las noches, sus visitas cada tres semanas, sus noches conmigo.
Me da por pensar, y solo me sale decir que no he aprovechado estos quince años y nueve meses para estar con ella. Pero no es así, sé que no es así. Que la he querido y la quiero como una segunda madre y que siempre brillará por mucho que se emborrone el recuerdo. No te digo que no duela, porque duele la vida. Duele el suspiro. Duele el alma. Duele verte sola rodeada de gente, ver que quieres desconectar viéndola y, ¡zas!, de repente es imposible. Duele que todas las canciones del piano me suenen a su voz, a su risa. Duele cada día más. Pero sobre todo, duele que todo esto pase tres meses antes de irte a vivir con ella. A que sea tu compañera de piso y la confidente más cercana. Duele saber que no podré reforzar esa relación tan especial. Duele saber que no podré verla cada día al despertarme, ir a dar paseos hasta el parque.
Aún recuerdo cuando era una enana. Todos los días de verano, me despertaba a las nueve, preparaba el desayuno, me llevaba al parque y podía estar sin problema viendo como me columpiaba una hora sin parar de sonreír. Me llevaba al bar contigo, y allí pasábamos la mañana. Que bonita era Talavera desde los ojos de una niña de cinco años. Como brillaba cuando estabais los dos aquí conmigo. Y que triste ahora que ninguno de los dos estáis sentados en el sofá con la perra en las piernas.

Como duele, campeón. No lo sabes bien.

Os quiero.

sábado, 1 de marzo de 2014

Últimamente lo único que me relaja es escuchar a Birdy a todas horas. Nada puede darme más que una letra que te comprende a la perfección en cada palabra que pronuncia. Y escribir, sobre todo. Las rachas malas necesitan siempre como analgésico un folio en blanco. Así se te queda el dolor menos dentro. Y ahora, mientras suena en mis auriculares Skinny Love, quiero escribir lo que experimento día a día.
Creo, tras largas meditaciones y noches tragando techo, que si de alguien aprendo todos los días es de mí misma. Cada día me sorprendo más y más por mis reacciones. Me suelen decir mucho que no me valoro, que no me quiero. Y la verdad es que a veces es muy difícil mirar al espejo y ver lo que quieres ver. Fuerza y esperanza, en mi caso. La pago conmigo misma, y solo consigo echarme la culpa y hacerme daño mentalmente. Pero la cosa, es que todos los días lucho por conseguir algo, y acabo consiguiéndolo. Sé que me queda mucho y que las cosas van a ir siendo más y más complicadas conforme pase el tiempo, pero ver esos avances en mí después de meses subestimando todo lo que sentía, es algo que me da fuerza. Podré estar sola, o incluso sentir que nadie, ni los más cercanos, me entienden. Ahora mi mente me está recordando todo lo malo que me ha pasado para llegar hasta aquí. Y quiero dar las gracias, a todos esos que quieran darse por aludidos, por haber formado parte de mi vida tanto para bien como para mal. Hasta a los que han querido verme en la miseria. A los que han querido verme en lo más alto. A todos. A todas las noches en vela pensando por qué a mí. A todos los mensajes que esperaba y nunca llegaban.  Todos los ''te quiero''. Todas las fechas. Todas las despedidas. Y sobre todo, a los que están siempre conmigo.

"Por mucho tiempo mi corazón estuvo rompiéndose, pero ahora se mantiene fuerte". -Demi Lovato.

jueves, 27 de febrero de 2014

Nunca entiendo ni entenderé por qué el tiempo pasa tan rápido cuando más despacio quieres que pase, y que se te hagan eternos las semanas, los meses, cuando deseas que llegue una fecha. Aprendí hace varios años que esto no es para quedar bien, que si alguien te quiere se quedará contigo a pesar de todo lo que los demás hablen, de todas las veces que la cagues e incluso en tus peores días. Aprendí que poca gente queda así en el mundo, y la verdad es que he tenido mucha suerte. Me enorgullece saber que tengo a esa persona que me complementa a miles de kilómetros de mí, atravesando un océano. Llevo desde el 3 de octubre del año pasado con una piedra en el corazón desde que me separé de ti llorando. Recuerdo que solo me salía decirte que no cambiases. Que te quería. Como también recuerdo que cuando dejé de abrazarte me alejé de ti sin mirar hacia atrás porque era demasiado duro dejarte en aquella acera sin saber a ciencia cierta si iba a volver a verte. Tenía la sensación de que eso era una pausa demasiado grande en mi vida, pero nunca un final. Desde entonces me martirizo cada día pensando en cómo hubo días en los que me aburría si podía estar contigo. Te aseguro que si hubiese sabido que esto pasaría hubiese vivido los días a tu lado de una forma más plena. Hubiese disfrutado de cada momento de hacerte reír como si despertara cada día en un día de Reyes continuo. Lo vería todo de una manera tan diferente... ¿Sabes cuál es esa sensación de sentirte ligera como una pluma y sentir como si nadie pudiese contigo? En eso consistía cada minuto que podía reírme de todo lo que decías. Nuestra complicidad era tan única. Cómo ocho años han pasado tan rápido si parece que fue ayer la primera vez que jugamos juntas en el patio. La primera vez que nos dimos cuenta de que nuestros gustos no eran tan diferentes. Cuando nos dimos cuenta que juntas podíamos convertir algo simple en algo de lo que poder reírnos durante minutos. Sabes lo duro que es toparte con la realidad y darte cuenta que desde que no estás, nadie te comprende de la forma en la que tu lo hacías. Sentirte débil. Esperar el viernes con menos ilusión porque no lo voy a pasar contigo. Todo es tan distinto desde que no estás aquí. Desde que no hay tiempo para nosotras. Desde que hablamos solo de vez en cuando. Mi autoestima bajó de pleno desde que me despedí de ti aquella tarde de lluvia. Y no te miento cuando te digo que estoy tachando los días que quedan para el 28 de julio. No sabes la ilusión que me hace ir cada día al calendario y poder tachar con orgullo un día más.

Un día más es un día menos.

Te echo de menos.

Te quiero.

martes, 28 de enero de 2014

Martes.

Creo que siempre habrá algún momento de decir basta. De poner un punto y final a las cosas que llevan martirizándote desde que las piensas, desde que son obvias. Desde que no puede ser más evidente que te está haciendo daño y te están haciendo sentir inferior, como si todos pudiesen contigo y que eso les da derecho a pisar sobre ti. Llega un momento, en el que te das cuenta de que ni las buenas caras, las de cerca, están ahí por ti, sino por ellas. Por su bien o por tu mal. Ambas quizás. Pero luego llega el momento de decir ''estoy sola, como para estarlo más''. Y luego llega el momento de retroceder. Y luego el de fingir que todo está bien.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Hoy es uno de esos días que no son días. Que solo te apetece atraparte dentro de una manta con los cascos puestos y con canción de domingo en los oídos a todo trapo. No te apetece mirar por la ventana porque sabes que así fuera todo sigue igual. Que nada ha cambiado. Esos días en los que notas que ni la música llega a comprenderte como antes lo hacía. Que no hay nadie que sea capaz de mandarte un mensaje preguntándote que tal el día. Nadie con quien hablar durante horas cada día evitando la despedida. Creo que hace demasiado tiempo que no me hacen sentir especial. Que no hacen que tenga ganas de salir porque se lo que me espera, que es lo de siempre. Que las cosas no cambian si tú no quieres, y si quieres y te pones, lo consigues, según dicen, Pero no, no es así. Las veces que he querido yo dar el cambio radical y fijo y siempre me he quedado estancada. Por miedo o por pereza. No lo sé. Solo sé que esto no me está haciendo bien y que ahora tendría que estar pegada a mis amigos, a mi familia, a un instrumento, a algo. A algo que me de fuerzas para ver que hay cosas que llegarán a mejor. Pero no, no lo hay. No lo busco y quiero encontrarlo. Difícil, ¿verdad? Pues así. Día tras día sin encontrar una respuesta válida a todas mis preguntas. Sin encontrar ese 'sí' que me lleve a hacerlo. No sé.

lunes, 9 de septiembre de 2013

«Pequeños detalles que crean grandes momentos»

A veces es mas fácil tirar la toalla, que seguir adelante. A veces es incluso más fácil sentarte y que te lo den todo. Hasta que llega algo o alguien que te hace ver que la realidad es dura solo si tú quieres que sea así. Que hay que coger impulso para conseguir la fuerza que necesitas y comerte todos tus planes. Y cuando llega y te hace ver cosas que nunca verías, piensas en todo el tiempo malgastado. En todas las veces que has llorado en tu habitación esperando a que una señal llegara y te sacara de toda la mierda que te rodeaba. En realidad hasta lo bonito parecía oscuro. Hasta la más mínima luz te parecía un estorbo. Te cegaba el echar de menos a alguien que no daría ni un mísero céntimo por tu felicidad. Te cegaba mirar por los demás antes que por ti y el acostumbrarte a ver como te tirabas al suelo cuando te rendías. Eso te alimentaba. Eso te hacía ''fuerte''. Incluso te acostumbrabas a echar de menos cada día y te negabas a cruzar la puerta a buscar a alguien más que te diese el triple de felicidad. No encuentras salida mejor que la que un día te hizo daño, y eso te servía para seguir adelante. Hasta que un día despiertas y te das cuenta de que no puede seguir así. Que no siempre la vía fácil es escoger las escaleras mecánicas. Que llegar a lo más alto pisando todos los escalones es lo que te hace fuerte.

lunes, 17 de junio de 2013

Hoy, como todos los días suena el despertador. Estás envuelta en la monotonía, y hay veces que llega a gustarte. Un rayo de luz, (y no de sol), entra por las rejillas de la persiana, y abres el ojo izquierdo lentamente mirando la hora en el móvil. Miras al techo, y sueltas un suspiro de cansancio. ''Un día más, y la misma mierda'', te dices. Te levantas, te preparas, y siempre miras la misma foto antes de irte a clase. ''Te echo de menos'', dices. Cuando vuelves, ahí está, de nuevo, mirándote. Ha estado esperándote toda la mañana, no se ido. Sonríes, y la besas. Te vienen a la mente miles de recuerdos, vagos, pero ahí están. Y te alegras al saber que has podido abrazar a una persona tan grande como lo ha sido él. Te da pena pensar que no te dio un beso de despedida, ni siquiera que me explicase que su misión aquí había acabado, y que ya no había vuelta a atrás. Que lejos de aquí me esperaría hasta que yo fuese la que tuviera que despedirme de mis nietos. Solo una persona puede hacerte experimentar tantos sentimientos de golpe: llorar, reír, enfadar, rabiar... y ese, ese sin duda has sido tú. Gracias por haber hecho que mi infancia haya sido inolvidable, y por hacer que hoy la eche de menos tanto como a ti. Te quiero.

miércoles, 10 de abril de 2013

La clave está en pensar que eres capaz.

¿Me haces un pequeño favor? Imagínate a ti mismo, hace a penas unos meses. Analiza lo que tienes, y lo que tuviste, y... ¿duele? A mí sí, mucho diría yo. Demasiado como para hacerme daño cada día. Pero, ¿sabes qué?, puedo llevarlo y, a pesar de todo lo que conlleva recordar lo que un día te acompañó, se puede dejar de lado. Quizá personas, quizá momentos... no importa. Si hay algo, o alguien, que se fue de tu vida, es porque ya no necesitas su presencia. Es porque algo bonito, dura muy poco. Es porque el final de un camino, a parte de darte una gran lección, te da motivos para empezar un camino mejor. Un camino con experiencias más increíbles que las que ya viviste. En ese momento, cuando una presencia sustituya a otra, te darás cuenta de que quien te prometió un siempre y no está a tu lado, solo ha sido un pequeño pasajero que compartió contigo momentos con fecha de caducidad. Todo pasa por algo a lo largo de tu vida, y dicen, que el destino está escrito. Quizá esté escrito todos tus amores fallidos, para que más adelante salgan bien. Quizá estén escritos todos esos amigos que ya no están contigo, porque se fueron para dejar sitio a otros. Es como el ciclo de la vida. Unos nacen, otros mueren. Supongamos que está escrito, con rotulador... con algo que no se puede borrar, algo que es inevitable afrontar. ¿Ves?, tu vida está ahí, y depende de ti. De lo que hagas, de lo que digas, que lo que sientas en cada momento. La clave, es pensar que eres capaz. Capaz de hacer todo lo que te propongas, y ya no tendrás que imaginarte hace unos meses, sino dentro de unos cuantos años, con una vida nueva, con momentos nuevos, y con esa gente que decida pasar su vida contigo.